lunes, 4 de junio de 2012

Esa mano izquierda. Por José Antonio Martínez Abarca


Resulta muy interesante la relación de cierta izquierda con el concepto del maltrato físico a la mujer. Cómo resulta que el buen fin moral de la izquierda €la instauración de una sociedad mejor€ justifica absolutamente el ponerle la mano encima a una dama. Incluso se niega que exista la posibilidad de esa mano violenta. Cierta izquierda considera que su mano es de santo.


LA OPINIÓN DE MURCIA

No vamos a remitirnos, pues el asunto ya está suficientemente documentado (y condenado en los juzgados), a esos cargos aún felizmente ejercientes en la socialdemocracia cuyas esposas podrían decir lo que esas ecuatorianas que llegan a la UCI: «Mi esposo me corrigió». La izquierda nunca pega a las mujeres: las corrige. Sólo me detendré en ese reciente vídeo sobre la agresión a la jefa de prensa del consejero educativo de Baleares, por parte de una joven turba (una tautología, porque si es joven ya es de por sí turba). En el vídeo, aportado por la Policía, unos idealistas en busca de un futuro más justo asaltan tumultuariamente un antedespacho, se pasan unos a otros a empujones a la mencionada jefa, la tiran al suelo, y cuando ésta responde con una «colleja contundente» €en lenguaje de los propios€ van y la denuncian, porque ellos niegan haberla violentado. «¡Menuda violencia!», se quejan los empujadores, porque no ha sido para tanto, como el que se sorprende cuando es acusado de obligar a una felación a punta de navaja: ¡Pero si a ella le gustaba!
Nada sorprendente. Por sistema, ha ocurrido lo mismo, estos años, en visitas a universidades de mujeres vinculadas a opciones ideológicas contrarias a los gustos de los detentadores de la superioridad moral, o con mujeres críticas con el nacionalismo. Tampoco abrumaré porque todos esos documentos son públicos y notorios. Los que con la mano izquierda escriben pintadas sobre la conquista de derechos de la mujer con la derecha les dan una somanta a la entrada o a la salida de la Universidad, y como digo niegan la existencia de esa mano tonta. Para esta gente, esas mujeres se pegan a sí mismas, al defender lo que defienden. La moraleja de lo de Baleares está clara: si eres cómplice de un Gobierno del PP (esa periodistilla encargada de intoxicar), queda suspendida tu condición de mujer. Te es retirado el libro de familia y te dan el carné de bulto sospechoso. Con la completa colaboración, si no el entusiasmo, de todo el espectro feminista.
Pero lo más extraordinario es la reacción de la clase política izquierdista en las islas. Por pudor, me abstengo de reproducir la de Esquerra Republicana. Más sibilina es la de Francina Armengol, diputada PSOE: «Condeno cualquier tipo de violencia». Falta la tradicional muletilla: «Venga de donde venga». Venga de unos zanguangos vejando físicamente a una mujer o de la mujer defendiéndose, es igual. Venga de un macho ibérico ´corrigiendo´ cuando llegue a casa borracho de madrugada, o venga de su víctima.

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